LA ILUSIÓN DE VUELTA A LA RUTINA
Somos muchos los que tomamos septiembre como un nuevo Enero, como una nueva oportunidad de empezar nuevos hábitos, de querer mejorar aspectos de nuestra vida, de empezar nuevos retos, proyectos o hobbies. Es un nuevo comienzo tras ese caos del verano ( Aunque muy esperado y necesario) ,y como todos los comienzos, siempre está rodeado de ilusión.
El niño que comienza su primer día de colegio se ilusiona por estrenar los cuadernos nuevos, los lápices de colores que le han comprado sus padres, incluso estrenar zapatos. En la universidad, la ilusión comienza al saber que comienza una nueva etapa de nuestras vidas, de sentirnos algo más independientes, de hacer nuevos amigos, de estudiar algo que has elegido y te gusta. Pero, ¿ Qué ocurre con los que volvemos al trabajo? ¿Tenemos esa ilusión de volver a comenzar?. Creo que no me equivoco si hablo por una mayoría en la que no tiene ninguna ilusión del de volver al trabajo.
Hoy quiero recordarte, que tenemos mucho por lo que ilusionarnos, porque septiembre es un mes para volver a empezar.
Es muy importante encontrar esa ilusión y esa motivación que nos mueve cada mañana para hacer algo. Si te levantas a las 7:00 todas las mañanas para ir a clases a pesar del frio en invierno o la lluvia, aunque aparentemente no tengas ningunas ganas de hacerlo, quizás tu motivación ( aunque esté oculta), es que quieres aprobar todas las asignaturas para que algún día puedas trabajar de eso. Si todos los días te levantas antes para poder prepararle el desayuno a tus hijos, quizás sientas que es una obligación como madre o padre, pero tu motivación ( aunque seguramente oculta y sin darte cuenta), es que los amas con locura y quieres darle lo mejor. Podría poner ejemplos con todo tipo de situaciones, trabajos, tareas… y siempre sería lo mismo. Hay algo en tu interior aunque esté escondido o ni tú mismo lo sepas que te impulsa hacer algo aunque cueste. Esta motivación no tiene por qué ser siempre “Buena”. Puede motivarte la vanidad, el sentirte reconocido y gustarle a los demás, puede motivarte el dinero o sentir la necesidad de que todos te necesitan en el trabajo o en tu hogar. Siempre hay un motivo, y lo que te propongo a la vuelta a la rutina es que descubras cuál es y qué te ilusiona.
Hace dos años, cuando comenzó el Covid-19, comencé a trabajar en dos hospitales a la vez a jornada completa. Al principio, aunque me sentía cansada lo fui sobrellevando, pero llegó un punto en que llevé a mi cuerpo y a mi mente al límite, y esto siempre pasa factura.
El gran cansancio físico que sentía no hacía que trabajase a mi 100%, no me estaba ni alimentando bien ni durmiendo lo suficiente. Esto también me afectó mentalmente, pues no tenía apenas tiempo libre por lo que todo era trabajar y trabajar. Me afecto al ánimo que me hacía sentir malhumorada más a menudo y a veces triste. Me di cuenta, que tenía muy poca paciencia con algunos pacientes y familiares y me limitaba a sacar él trabajo a delante. No me sentía buena profesional pues para mí la enfermería, no es solo hacer las técnicas bien hechas, sino ser “humana” en el trabajo. Es hacer todo mi trabajo bien hecho pero con una actitud de alegría, de paciencia y de cariño tanto con los pacientes y familiares como con mis propios compañeros de trabajo. Es muy difícil ( me sigue costando muchas veces) pero en ese momento de cansancio mental la paciencia disminuye muchísimo.
Fueron momentos muy difíciles para mí pues me daba cuenta cada vez más que vivía para trabajar y no al revés. Me di cuenta que mi vida era el trabajo pues mi días libres eran mínimos. Esto hizo que abandonase mis hobbies que me hacían feliz, que viese menos a mis amigos y novio y lo más importante, que no encontrase ese tiempo cada semana para ir a una adoración eucarística que tanto bien me ha hecho siempre.
Finalmente, acabé dejando uno de aquellos trabajos ( precisamente el que más seguridad económica y laboral me daba) pero sentí que me quité una losa de encima. Que volvía a empezar de nuevo. En ese periodo, fue donde más aprendí profesional y personalmente, reconocí cuál había sido esa ilusión que me había impulsado cada día a seguir aunque creía que no podía más. Sin duda alguna, ese impulso era Dios. Lo que me motivaba hacer un turno de noche después de trabajar todo el día no era el sueldo, ni pensar que era algo temporal, sino pensar que iba a trabajar para servir a mi único rey, mi Señor. Pensar que trabajaba para Él y que Jesús me acompañaba en cada segundo de mi día sin soltarme nunca de la mano. Esto me hizo la tarea mucho más sencilla y me hizo seguir hacia delante y querer mejorar cada día.
A pesar de seguir en una época dura de trabajo ( Seguíamos en pleno covid) empecé de nuevo a enamorarme de la profesión más bonita del mundo. Poco a poco, con paciencia y siempre de la mano de Jesús. Tuve el gran regalo de tener a mi familia cerca, amigos y novio que estuvieron apoyándome siempre y amigas muy especiales que oraron por mí y me mandaron muchísima fuerza. Me sentí sostenida por el Espíritu Santo en todo momento y fue una gran lección de saber CONFIAR Y ABANDONARSE en los brazos de Jesús.
Este mes recuerda cuál es tu verdadero motivo para hacer lo que vayas hacer o volver al trabajo. Comienza de nuevo a ser más amable, mas paciente, más atento, hacer las cosas bien hechas sin prisas y con amor. Apóyate siempre en la familia y amigos, en la oración y disfruta de tu tiempo libre para desconectar. Si hoy no funciona, mañana será un nuevo comienzo para volver a intentarlo.
¿Mi motivación para la vuelta a la rutina?
“ Ya comais, ya bebáis o hagáis lo que hagáis, hacedlo todo para la gloria de Dios”
1 Corintios 31-32
Qué tengáis un buen comienzo de rutina, proyectos, hobbies, sueños, trabajo… sea lo que sea no pierdas la ilusión, porque la vida es bella.
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